Adolescencias

Luciana Ujidos

El camino para arribar a una definición de la adolescencia se presenta lleno de obstáculos. ¿Vocablo que circunscribe a una población en base a su edad?¿Etapa evolutiva? ¿Término descriptivo de ciertos fenómenos? ¿Proceso no a-histórico ni independiente de las significaciones sociales? ¿Concepto? Y en caso de ser un concepto, ¿en el marco de qué corpus teórico?

Ni niños ni adultos, el diccionario dice que la adolescencia es el “Período de la vida que va desde la pubertad hasta el completo desarrollo”.
Además de cuestionar la idea de un completo desarrollo, quisiera destacar de esta definición el tratar la adolescencia como lo que está entre, pudiendo pensarse como bisagra, puente. Entre la niñez y la adultez, en esa zona de transición y pasaje a la que varias veces se ha aludido en la literatura sobre el tema. Podría pensarse a la adolescencia allí, en el intervalo.

Me parece muy importante distinguir al adolescente del que adolece. Sin embargo varias veces se relacionó la adolescencia con el adolecer, de hecho las palabras se encuentran muy próximas en el diccionario y pueden prestarse al equívoco. Se define adolecer como“Sufrir alguna enfermedad. // Tener algún defecto o vicio.”. En el equívoco entre el adolescente y el que adolece, algo de la insuficiencia, del error, de lo malo y peligroso se desliza hacia la adolescencia, inclinando sospechosamente la balanza hacia este aspecto en lo que se piensa acerca de los adolescentes. Algo allí perturba y angustia. Perturba ‘la buena forma’ y ‘las buenas formas’.

A nivel social cabe preguntarse acerca de los motivos por los que la figura del adolescente se presta tan fácilmente a encarnar no sólo el desafío a lo instituido –aspecto que podría relacionarse con lo creador de la adolescencia, en su cuestionamiento a premisas dadas y en su desafío a la autoridad parental, desafío que podría reflejarse en otros ámbitos cuando de adultos como autoridades se trata-, sino incluso “lo que no anda”, lo sintomático, convirtiéndose a veces en chivos expiatorios, o en extraños que pueden encarnar lo difícil de soportar, la alteridad para los adultos y para él mismo/ella misma –que no es el mismo/la misma-. Círculo vicioso donde algunos adolescentes se ubican confirmando el lugar que, a la vez, son llamados a ocupar, encarnando de una forma particular la dimensión de lo inquietante para los adultos, quienes de este modo a su vez pueden intentar desembarazarse de esa inquietud depositándola en el adolescente.

Sería interesante considerar las peculiaridades de la época actual, específicamente en la sociedad argentina, para pensar acerca del lugar de los adolescentes en ella. Tiempos donde se destacan las referencias a la inseguridad, la delincuencia juvenil, la violencia y drogadicción en los jóvenes, aspectos de lo peligroso que circulan en las representaciones sociales sobre los adolescentes, y el riesgo al que estarían expuestos -riesgo que no sólo es imaginado en algunas ocasiones, y que es importante ubicar en su justo lugar en cada caso-.

Considero que preguntarse por distintos modos de transitar (o no) ciertos momentos claves en la constitución del sujeto responde más al pensamiento psicoanalítico, que pretender dar una definición cerrada de una única adolescencia.
Las adolescencias, en su diversidad de formas de presentación según las singularidades, no eximen de sostener el interrogante y ensayar respuestas acerca de si es posible pensar en una lógica y operaciones específicas que caracterizarían a un tiempo subjetivo no reductible a lo cronológico y evolutivo.

Lic. Luciana Ujidos
lucianaujidos@gmail.com